Valentine
Casi todos vuestros clientes ya lo han dicho: 'Odio que me fotografíen' o 'No sé cómo posar'. Esta aprensión frente al objetivo es universal, desde sesiones de retrato hasta bodas. Se manifiesta en posturas rígidas, sonrisas forzadas y esa famosa pregunta recurrente: '¿Qué hago con mis manos?'
Antes de sacar la cámara, tomad tiempo para hablar. Preguntad sobre su día, sus intereses, su historia. Esta conexión humana transforma la sesión en un momento de intercambio más que en una simple prestación técnica.
No dudéis en demostrar las poses. Es mucho más efectivo mostrar que explicar verbalmente. Vuestros clientes os imitarán naturalmente y se sentirán menos perdidos.
En lugar de pedir poses rígidas, sugierid movimientos: caminar tomados de la mano, reír juntos, jugar con los niños. Las mejores fotos surgen a menudo de estos momentos naturales.
Llevad un altavoz portátil y dejad que vuestros clientes elijan su música favorita. El ambiente sonoro transforma inmediatamente la atmósfera y ayuda a relajarse.
Comentad positivamente durante toda la sesión. 'Perfecto', 'Magnífico', 'Quedan genial'. Estos refuerzos positivos aumentan la confianza y la naturalidad.
Para sesiones familiares, dad pequeñas misiones a los niños, implicad a los abuelos. Cuando todos participan, la tensión desaparece.
De vez en cuando, mostrad algunas fotos en vuestra pantalla. Esto tranquiliza a vuestros clientes, valida vuestra dirección y crea entusiasmo.
Una vez la sesión terminada, la entrega es igualmente importante. Con Pelli, ofreced una experiencia de visualización tan agradable como la sesión misma.